Robyn Miller completó el Programa del Diploma (PD) del IB en el Richard Montgomery High School de Maryland (EE. UU.). Estudió en la Universidad James Madison y actualmente pone sus habilidades como audióloga al servicio de los alumnos de colegios públicos.
¿Cuál fue su motivación inicial para cursar el Programa del Diploma del IB?
Mi madre me habló del PD cuando estaba en octavo curso. Ella se enteró de que el programa había empezado a ofrecerse en el Richard Montgomery High School cuando trabajaba en el distrito escolar Escuelas Públicas del Condado de Montgomery (MCPS, por sus siglas en inglés). Su motivación para explorar los programas del IB era que yo estudiara con alumnos con intereses similares que compartieran mis ganas de aprender. Agradecí la oportunidad de emprender un nuevo camino con nuevos compañeros para desarrollar mis habilidades sociales y afrontar desafíos académicos.
El riguroso currículo del programa del IB exigía mucha dedicación de tiempo. Tuve que desarrollar a una edad muy temprana todas mis habilidades de aprendizaje y estudio, las cuales me sirvieron de base para completar un grado, un máster y un doctorado.
¿Qué cursos del PD recuerda más y le resultaron más valiosos?
El curso que más recuerdo es el de Historia con el profesor Hines. Fue la asignatura más difícil que tuve pero la más memorable, dada la pasión que el profesor ponía a cada una de sus clases. De hecho, la mayoría de mis profesores del IB compartían el mismo entusiasmo por enseñar a alumnos como mis compañeros y yo. En esa asignatura, aprendí que no pasa nada por obtener una calificación de B o C y que no siempre tenemos que ser perfectos. Mis calificaciones siempre habían sido excelentes y soy muy perfeccionista, así que me costó asimilar esta importantísima lección para la vida.
El curso que me resultó más valioso fue el de Español. Estudié esta lengua durante cuatro años en mi colegio, la hablaba con fluidez cuando me gradué y todavía la utilizo cada día en el trabajo. El español me ha ayudado a comunicarme con las familias con las que trabajo en el distrito escolar MCPS, así como a hablar en público y con mi propia familia cuando voy a la República Dominicana de vacaciones.
¿Hubo algún momento en el que supo que quería dedicarse a esta profesión?
Siempre había querido ser pediatra. De hecho, en un principio elegí la especialidad de Biología y Premedicina en la universidad. Mis asignaturas favoritas eran Química y Biología del IB y, después de participar en actividades de servicio comunitario en el Richard Montgomery High School, sabía que quería dedicarme a ayudar a la gente.
En mi primer año de universidad, me di cuenta de que la premedicina no era una buena opción para mí porque no me gustaban la anatomía ni la fisiología. Llegué a la conclusión de que en un principio me había interesado la medicina porque era el máximo logro al que podía aspirar, más que porque me gustaran las ciencias en las que se basa la profesión.
Me dirigí al centro de orientación profesional de la Universidad James Madison para explorar otras profesiones que encajaran mejor conmigo. Me hablaron de la educación especial y la logopedia, y cambié mi especialidad por la de Ciencias del Habla. Las clases de logopedia me gustaban mucho más que las de premedicina y, después de estudiar un curso de introducción a la audiología, me decidí por esa rama. La audiología es muy diferente de la logopedia en tanto en cuanto es un campo muy concreto y objetivo, lo cual encaja a la perfección con mi personalidad.
Desde entonces, me dedico a la audiología educativa y llevo 20 años disfrutando de mi trabajo cada día. He encontrado una profesión que aúna mi pasión por ayudar a los niños y mi interés en las ciencias, y que, además, me hace sentir orgullosa. He aprendido que no tenemos por qué conseguir siempre la máxima calificación ni llegar a ser médico simplemente porque otras personas nos hayan dicho que eso es lo mejor. He tenido que aprender por mí misma a ser la mejor versión de Robyn que podía.
¿Qué consejo les daría a los alumnos del IB y a sus padres?
Los alumnos que se estén planteando estudiar un programa del IB deben tener en cuenta todos sus aspectos, que incluyen asumir una serie de responsabilidades y compromisos. Asimismo, deben ser conscientes de los pros y los contras de cursar un programa tan riguroso y del impacto académico, emocional y social que conllevan las altas exigencias del currículo. Yo he obtenido enormes beneficios de los programas del IB en todas las áreas, pero eso no significa que sea adecuado para todos.
Mi consejo para los alumnos actuales del IB es que nunca se rindan. No pasa nada por no obtener siempre la máxima calificación en una asignatura ni por pedir ayuda cuando uno la necesita. Durante mi etapa en el IB, aprendí a estudiar, trabajar y gestionar el tiempo a una edad muy temprana, lo cual me ha reportado grandes ventajas. Por último, es importante dedicar algo de tiempo a otras actividades que les gusten fuera del colegio.
Mi consejo a la hora de seleccionar una carrera profesional es que exploren todas las opciones y no se cieguen con lo que les hayan dicho que deben hacer o con lo que crean que es su destino por ser un alumno brillante. Muchos alumnos, como yo a los 17 años, creen que siempre tienen que elevar el listón y ser los mejores. En esos casos, deben escuchar las sugerencias de su familia y seguir su brújula interna. Deben mirar en su interior y darse cuenta de que no todos los jóvenes inteligentes tienen que aspirar a desempeñar profesiones prestigiosas como las de médico, abogado o científico. Yo tengo la suerte de trabajar cada día como audióloga en el distrito escolar MCPS, algo que me apasiona y que no tiene nada que ver con la opinión que tienen otras personas de mis logros o mi profesión.
A los padres, les diría que dejen que sus hijos sigan practicando deporte o yendo a clases de teatro, aunque eso signifique que dedican menos tiempo a los estudios. Los niños necesitan aprender habilidades sociales y adquirir una formación integral para lograr un buen desempeño en la universidad. Saber estudiar y obtener buenas calificaciones no garantizan automáticamente una buena preparación para el éxito en la educación superior.